Yorbis Esparragoza | Filosofía antimarxista

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viernes, 7 de abril de 2017

Pilares del Liberalismo I. Fundamentos.

Antes de comenzar a esbozar los pilares del liberalismo, es importante indicar que ésta es una palabra polisémica, es decir, tiene varias acepciones; una que va a tono con su significado político original y otra que implica a la izquierda (en Europa y América del Norte liberalism -en inglés- equivale a socialismo). De acuerdo con von Mises en su obra Liberalismo los pseudoliberales defienden los mercados intervenidos, el intervencionismo, la “verdadera” libertad, el humanismo y la solidaridad, lo que es muy característico de las ideologías de izquierda, esto se debió a que en los países anglosajones hubo una resistencia de los socialistas a llamarse como tal y se nombraron “progresistas”. Para el siglo XX ya habían tomado el nombre de “liberales” como suyo.
Por ello, en la década de los cincuenta, Friedrich Hayek propuso llamar “liberalismo clásico” a esta doctrina. Aunque también se le asociaba al conservadurismo, Hayek decía que ya no era permisible afirmar eso para entonces, pues en Inglaterra los partidos conservadores eran en suma socialistas y habían abandonado las banderas liberales distintivas libertad, justicia e igualdad ante la ley.
La fundamentación del liberalismo clásico se encuentra dentro de dos posturas: la utilitarista o la iusnaturalista, que no necesariamente deben estar separadas, sino más bien complementarse. Por un lado, el utilitarismo se refiere a la eficiencia respecto a fines, medios, valoraciones e intereses. El utilitarista entiende que la mejor forma de gobierno es el régimen representativo, con suficiente poder para frenar al Poder Ejecutivo en defensa de los intereses de quienes lo eligieron; también explica la eficiencia económica liberal, que debe producir y distribuir la riqueza, defiende los intereses del empresario capitalista, del comerciante y del artesano y optimiza la asignación y utilización de los recursos, reflejando de manera espontánea las capacidades y deseos de los individuos. Así, el libre mercado es la única vía racional para aprovechar los recursos y otorgar libertades tales como:
1) La libertad de industria, o lo que es lo mismo, la libertad de ejercer la actividad que uno quiera, como quiera y donde quiera;
2) La libertad de contratación, y
3) La libertad de apropiación, que se descompone en la libertad de utilización de bienes, en la de enajenación y en la de sucesión hereditaria, que es tanto como decir la libertad de extender el derecho de propiedad más allá de la muerte.
Por otro lado, en el iusnaturalismo se establece un estado natural o prepolítico, pensado como la forma en la que todos somos iguales y libres, antes de formar una sociedad y un Estado regulador. El iusnaturalismo se refiere a la justicia expresada en derechos de propiedad, no agresión, violencia ni fuerza y predisposición de las relaciones humanas. El respeto al derecho de propiedad de cada individuo y sobre aquellos bienes que intercambie libremente es la norma ética por antonomasia del iusnaturalista, siendo legítimo usar la agresión para defender este derecho. John Locke (considerado el padre del liberalismo clásico) en su texto Segundo tratado sobre la sociedad civil. Un ensayo acerca del verdadero origen, alcance y fin del Gobierno Civil, una de las mentes inspiradoras para la revolución inglesa del siglo XVII, describe el estado de naturaleza como:
[…] un estado de perfecta libertad para que cada uno ordene sus acciones y disponga de posesiones y personas como juzgue oportuno, dentro de los límites de la ley de naturaleza, sin pedir permiso ni depender de la voluntad de ningún otro hombre. Es también un estado de igualdad, en el que todo poder y jurisdicción son recíprocos, y donde nadie los disfruta en mayor medida que los demás. (p. 10)
El filósofo inglés hace otras aportaciones al liberalismo clásico al explicar que, gracias a la racionalidad implantada, los seres humanos podemos disfrutar de la libertad sin perturbar la de otros, que la ley natural desarrolla la autonomía individual, que el individuo es la entidad superior de la sociedad y que debe tener propiedades para ser ciudadano sin necesidad de regulación por parte del Estado. También sostiene que la participación civil en el gobierno que lidera a la democracia y la propiedad privada es origen de la libre competencia (capitalismo competitivo).
Igualmente, Locke fue un defensor del gobierno limitado, ya que, según su visión, los hombres confieren su soberanía natural al gobierno para ser protegidos por éste. Para ello, no es necesario que el gobierno acumule mucho poder; por el contrario, para evitar el abuso será bueno que el gobierno esté dividido en distintos poderes que se opongan, teniendo el ciudadano derecho a rebelarse contra él en caso de que se pase de la raya.
Adam Smith en La riqueza de las naciones fue más explícito al decir que el gobierno tiene tres deberes: defender de agresiones extranjeras, defender de agresiones internas y proveer a la sociedad de aquello que no ofrece oportunidades de lucro como obras públicas. Además, Smith veía con buenos ojos que el gobierno vigilara a las grandes empresas, cuyas aspiraciones oligopólicas perjudicaban el natural desarrollo del mercado.
Si bien estos deberes fueron planteados en una época donde, por ejemplo, no había servicios de luz, cableado telefónico, Internet, etc., sin embargo, todo aquel que desea implantar un gobierno liberal en la actualidad debe mantener estos principios básicos, teniendo respeto por la vida, la libertad, la propiedad privada, la ley, el libre mercado y el enaltecimiento del individuo, dejando al Estado con las funciones mínimas.

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