Yorbis Esparragoza | Filosofía antimarxista

Nuevo

viernes, 18 de septiembre de 2015

René Descartes-La Moral según el Discurso del Método


Antes de comenzar a plantear lo expuesto por René Descartes con respecto a la moral, primero es preciso hacer la distinción que éste filosofo del siglo XVII se encuentra dentro de la corriente de pensamiento racionalista, definida por Ferrater Mora en su tercera acepción “Como expresión de la teoría que afirma que la realidad es, en último término, de carácter racional” [1].
De esta manera, por fundamentar el conocimiento en la razón y otorgarle explicación al mundo en términos lógicos-matemáticos mediante un método en desprecio a la sensibilidad, Descartes se considera como el mayor exponente racionalista de la Filosofía Moderna, sin embargo, en el devenir histórico el racionalismo ha tenido otros exponentes tales como: Leibniz, Malebranche, Spinoza y Hegel por mencionar a algunos.
La característica más relevante de esta corriente es que la razón se considera como la única facultad para obtener conocimiento de la verdad, sin necesidad de oponerse a la fe pero sí a los sentidos, la imaginación y las pasiones, ya que, pueden engañar al hombre. Generalmente, los racionalistas buscan un nuevo método con el cual se pueda llegar a la verdad y suelen estar de acuerdo a que las ideas innatas son el primer principio de conocimiento.
Paralelamente al racionalismo se encuentra el empirismo, cuyos representantes han estado presentes de igual manera en contraposición a los racionalistas de cada época: Francis Bacon, George Berkeley, John Locke, David Hume, entre otros. Ferrater Mora lo define como una “…doctrina filosófica y en particular gnoseológica según la cual el conocimiento se halla fundado en el empirismo.”[2] Sin embargo, a ambas corrientes les interesa el conocimiento.
Siguiendo lo expuesto por el mencionado autor, la característica más relevante del empirismo es que el hombre es considerado como el receptáculo de las representaciones del mundo exterior. Los sentidos son los medios por los cuales se toma el conocimiento, llamado idea o sensación (para Locke y Berkeley idea; y para Hume sensación). El método utilizado es el experimental o inductivo, usado por la ciencia para basar sus hipótesis. De esta manera, se plantea así una doctrina moral basada en los hechos.
Planteadas las características de la corriente racionalista y empirista, expondré los elementos más relevantes de los aspectos morales, sociales y la relación con Dios existente en la obra El Discurso del Método de Descartes.
Descartes plantea en la tercera parte del Discurso del método, una moral provisional compuesta por cuatro reglas. En la primera se establecía a obedecer las leyes y costumbres de su país, así como la religión en que había sido instruido; la segunda radicaba en realizar sus actos con la mayor energía y firmeza de que fuera capaz; la tercera se refería a vencerse a sí mismo antes que a la fortuna y alterar sus deseos antes que el orden del mundo; y la cuarta buscar siempre la verdad. Entonces en esta moral se plasman las condiciones necesarias para existir y para investigar la verdad de las cosas. 
Existen muchas interpretaciones del significado de la “moral provisional” cartesiana, basta con leer el primer párrafo de esta parte del libro para entender que la moral planteada es para ser usada en esos espacios entre el derribo y la reconstrucción de tendencias, pensamientos, posturas, actitudes, etc. Corresponde una referencia obligada para cada nuevo paso que damos y con la cual podemos vivir satisfactoriamente.      
La moral del Discurso es necesaria para Descartes porque con ella puede seguir instruyéndose. Saber cómo actuar ante la vida le permitiría cumplir con su meta (encontrar la verdad) sin caer en irresoluciones.
Así, librándose de los excesos decide guiarse por las convicciones de los hombres más sensatos y suspender las suyas propias para examinarlas, pues advierte que si bien puede permanecer inseguro en sus juicios, no puede hacer lo mismo con sus acciones “...para no permanecer irresoluto en mis acciones mientras la razón me obligaba a serlos en mis juicios, y para no dejara de vivir en adelante lo más acertadamente que pudiese, me formé una moral provisional…”[3]
En este sentido, según la segunda máxima, la moral provisional refleja dificultades para pronunciar juicios valorativos correctos debido a las exigencias de la vida cotidiana que, al no admitir dilaciones, obligan a dar respuesta cuya verdad aún no ha sido examinada lo suficiente, pero que, sin embargo, exigen total determinación. No obstante, Descartes resuelve en tomar aquellas opiniones más probables o seguras que no le permitan tener sorpresas negativas como  morir, caer en la insensatez, el arrepentimiento o extraviarse en el camino.  
Es posible observar que la primera y segunda máximas de la moral provisional, alude al intento racional de Descartes por encontrar un fundamento de verdad con respecto a los actos. Se plantea así una estrategia para el accionar del hombre dentro de la sociedad, cuando aún no es capaz de juzgar correctamente, ya que, para Descartes “…sentía un deseo extremado de aprender a distinguir lo verdadero de lo falso, para ver claro en mis actos y andar seguro por esta vida”.[4] 
Luego, en la tercera máxima Descartes declara desprenderse de los bienes exteriores inalcanzables para aferrarse a sí mismo. Esta regla moral atiende a que actuar con nuestros propios recursos y controlarlos nos llevará al buen vivir y a no ser despojados de la fortuna que hagamos con ellos. Desear sólo lo alcanzable por uno mismo constituye para el mencionado autor, la mejor manera de vivir para no padecer de descontento. 
Estas tres máximas aseguran la adquisición de conocimiento por lo que Descartes, se siente satisfecho tanto así que explica la relación con Dios:

…pues habiendo dado Dios a cada hombre alguna luz con que discernir lo verdadero de lo falso, no hubiese creído ni por un momento que debía contentarme con las opiniones ajenas, de no haberme propuesto usar de mi propio juicio para examinarlas cuando fuera tiempo; y no hubiera podido librarme de escrúpulos, al seguirlas, si no hubiese esperado aprovechar todas las ocasiones para encontrar otras mejores, dado caso que las hubiese; y, por último, no habría sabido.[5]

Al final de esta parte, pareciera que Descartes cumplió con lo que quería demostrar, la promesa de felicidad o contento se complementa con el conocimiento de la verdad, obtenido a través del método pero con la ayuda necesaria de Dios que le permite dilucidarla. En todo caso, en la medida en que Dios es el fundamento último de la certeza, representa la clave de la bóveda del sistema cartesiano.

Referencias Bibliográficas

Descartes, R. Discurso del método. Barcelona: Orbis. 1983.
Ferrater Mora, J. Diccionario de Filosofía abreviado. Buenos Aires: Argentina. 1982.




[1] Ferrater Mora, J. Diccionario de Filosofía abreviado. Buenos Aires: Argentina. 1982. Pp. 349-351
[2] Ídem, p. 129.
[3] Descartes, R. Discurso del método. Tercera Parte. Barcelona: Orbis. 1983. p. 63
[4] Ídem. Primera parte. p. 43.
[5] Ídem. Tercera parte. p.67.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Coloca aquí tu comentario. Me gusta saber la identidad de los que comentan así que debes tener cuenta google ;)

Sigue mi canal de YotuTube